KNOCKIN’ ON THE HEAVEN’S DOOR
Mama, put my guns in the ground
I can't shoot them anymore.
I can't shoot them anymore.
Bob Dylan
Por los campos: un reguero de sangre.
Un hilo de vida que se pierde,
que desciende hacia las raíces
de una tierra negra, quemada.
En los campos minados una sombra herida
yace
bajo la inmensidad de una noche gélida,
perdida en la nada
y con las horas contadas como árboles caídos.
Un joven soldado reposa
en la trinchera roja del adiós solemne
con los ojos cerrados
—duerme su último sueño—;
con el fusil de la sinrazón
entre su brazo y su pecho;
con el puño derecho
golpeando en las puertas del cielo.
Y no regresará a los mares de la infancia,
ni encontrará en los labios de la amada
el sabor efímero de la gloria.
Por los campos lloran las aves del silencio,
lloran las madres, las viudas, los niños;
lloran los poemas, los días azules, los héroes;
lloran las enfermeras, los pueblos, las alondras;
lloran los hombres atrapados bajo el mordisco
de los lobos del fuego, bajo la rabia
de leyes profanadas, de órdenes suicidas,
de voces que se hunden
en la fosa negra del olvido.
En el campo, a un lado del camino,
descansa un joven soldado que parece dormido,
que permanece recostado junto a un árbol,
bajo la sombra.
Pero él ya es sombra eterna,
hilo de sangre seca que duerme en la herida
de la carne callada,
entre las manos que golpean
—cautivas por siempre, palomas del olvido—
en las puertas del cielo.
© José Luis García Herrera // Esplugues de Llobregat (Barcelona), 1964 // Último libro publicado: La Semilla del Óxido. Premio Miguel Hernández Comunidad Valenciana 2019 (Ed. Devenir) //
joseluisgarciaherrera.blogspot.com // jlgherrera@telefonica.net
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