De cuerdas y alientos
En este rincón de jazz
pareciera que la música contuviera su aliento
a la altura de nuestra nuca.
Casi siento que respirar
fuera un pecado original
del que tuviéramos que redimirnos
mucho antes de nacer.
El báculo del violoncello
cabecea como una barca calafateada de musas
en una ensenada
destapada de cielo.
En los trastes de su mástil
vibran graves las cuerdas
invocando con su vertical marea
la sonora profundidad del océano.
El piano
extiende toda su envergadura,
como cigüeña malherida de azabaches
en su nacarado plumaje.
Crotora el devenir de sus días
mientras en su nido - de larga cola negra-
se preñan alborotadas
las futuras corcheas.
La trompeta configura
un singular horizonte de sucesos sonoros
con su metálica curvatura
y, en su borde, traviesas notas
juegan a escapar
a la velocidad de su luz.
En su alegre fuga
una triste balada rezuma sus lágrimas,
y las esparce
por un difuso firmamento de fusas.
Al fondo
un temblor de baquetas
- como huesos inquietos en su tumba -
repiquetea sobre platillos y tambores.
Parecieran gotas de lluvia suicidas,
tiritando sinsentido.
Entre los silencios de este momento musical
busco enclaves donde acompasar mi paisaje.
En clave de mí
O enclaves de dos.
Enclaves de mil.
O en clave de sólo.
En clave de amar
O enclaves ni fu ni fa.
A veces, sólo encuentro vertederos.
Abro los ojos.
Pareciera que la música de la vida
contuviera todo nuestro tiempo.
Sé que a la altura de nuestras nucas
nunca estaremos solos.
Francisco Javier Duque Mendieta es cofundador del movimiento poético artístico Posotivismo // javier.duque@grupotsk.com