Mi experiencia con la música empieza desde el embarazo de mi mama, quién tomaba clases de canto en el conservatorio. Ahí fue donde conoció a mi papa, profesor de piano. Recuerdo la primera vez que me senté en el banquito del piano para tener mi primera clase: tenía 3 años y medio, y aquel día mi papa me enseñó a situar los dos.
A los 8 años tocaba invenciones de Bach, y a los 12 la Fantaisie Impromptue de Chopin. Fui criada con el piano y los libros, a la antigua, sin televisión.
En mi casa escuchábamos mucha música clásica obviamente, pero también mucho jazz y mi mama que es argentina ponía mucho tango y música brasileña. Pero en mi cuarto escuchaba la radio, sobre todo rap. En la escuela primaria, los otros niños escuchaban Spice Girls y otros Boys Band que no conocía, parecía un extraterrestre.
En la clase de música cantábamos y un día le dije a mi papa: "Papa, quiero ser cantante". Entonces me apuntó al concurso para entrar en el coro de niños de la radio nacional francesa (Maîtrise de Radio France). No tenía idea de lo que se trataba, pero el día que me aceptaron y me tuve que cambiar a otra escuela para cantar música clásica en iglesias, cuando yo quería hacer como Britney Spears, me largué a llorar toda la tarde.
Estuve en la Maîtrise de Radio France de mis 10 a 15 años. Fue de lejos la mejor experiencia de mi vida. Si todos los niños tuvieran una formación parecida, una pasión comuna que compartir diariamente, las cosas estarían mucho mejor en el mundo. Ahí aprendí no solamente lenguaje musical, pero también disciplina, rigurosidad, compañerismo, gestión del estrés, profesionalismo.
Los niños de este coro cursan una escolaridad adaptada: a la mañana van a las clases normales, y a la tarde a las clases de música y ensayan. El programa era cargadísimo. A los 11 años, me levantaba a las 7h para ir al otro lado de Paris, y volvía cada tarde a las 20H como mínimo. Cada fin de semana teníamos conciertos o grabaciones. Por esta razón, recibíamos un pequeño salario, además de toda la formación musical. Como ejemplos, cantamos alguna vez en la catedral Notre Dame de Paris, otra vez en el Estadio de fútbol (Stade de France) para la superproducción de la opera Carmen... A menudo cantaba como solista también.
Sin embargo, nunca quise ser cantante lírica, y este camino llevaba a eso en general. Terminados los estudios a los 18 años, muchos seguían en esta vía. Yo quería tener un bachillerato científico, y era demasiado combinarlo con el coro, así que me fui a los 15 años. Desde entonces, fui una joven mas normalita, instituto, universidad de derecho... Nunca deje de tocar ni de cantar, pero ya no tenía nada que ver con la experiencia que había tenido. En todos estos años, con los viajes a los que me llevaron mis estudios, aproveche para diversificar mis experiencias musicales (en México con varias bandas por ejemplo), y empecé a cantar tango, como mi mamá.
En mi última estancia en Argentina, entré en un quinteto de tango y de swing como pianista. Ahí entendí que por muy buen nivel que tenía, como a la mayoría de pianistas clásicos me fallaba saber improvisar y tocar sin partitura. De los 9 meses que estuve en esta banda, de Argentina a Ecuador, le tuve bronca a mi padre por no haberme enseñado toda esta parte. En realidad, el mismo no sabe tampoco. Dos años después de esta experiencia, sigo con la intención de poder tocar jazz y manejar las armonías con el piano tan bien como sé hacerlo con la voz. Mi proyecto unipersonal es el resultado de este trabajo y de estas experiencias. Ya que nunca voy a poder escoger entre ser cantante o pianista, decido hacer ambas cosas.
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