Brilla tus ojos en las en tiebla desierta,
sigilosos pasos atienden mis latidos.
Vuelve a mí en tu profunda tristeza,
espero siempre en la lúgubre góndola vacía,
pasos rotos, gotas desiertas ,
muros encontrados y tú no estás.
Ahora oigo que vienes, que sientes.
Vienes corriendo y te llamo.
Gotas heladas se han roto, tristezas heladas.
Vuelven serperteantes de alegrias,
ya has vuelto, hijo, que dios te bendiga…
Hoy, días tristes, mi corazon roto de dolor
ya no siente el latido profundo de mi alma.
Gotas desiertas salpican mi cuerpo.
Siento el dolor pero ya no estoy,
vuelvo, miro atrás. Sangre dolor tristeza,
muerte me llama y yo vengo hacia ti,
ya estoy contigo, juntos los dos en el mismo camino,
silencio, notas pausadas, se alejan de mí,
pasos baldíos, sombras lúgubres se posan sobre mí,
siento el dolor, sin levantarme miro hacia ti.
Tú no me dices nada y te maldigo en mi tristeza.
Tú me llamas y te doy la mano tibia sin tocar.
Ahora siento que todo terminó, que la vida se fue
en lo mas profundo.
El llanto se lo llevó todo.
Ríos y gotas desiertas se acuestan,
la ternura de lo más sagrado.
La brisa acaricia mi rostro,
tus ojos me miran y yo vuelvo a ti.
Mar, olas, tempestad, misericordia,
golpean fuerte en mí y vuelvo a sentir,
vuelvo a sentir la soledad
del vacío de la muerte.
Y sueño que levanto y sueño con vivir,
comienzo andar, corro hacia la vida:
campanas de guerras.
Empuño mi alma y la fuerza entra dentro de mí,
ahora lucho contra ti, contra tu muerte maldita
y te maldigo por siempre.
Tú, hijo de la muerte,
nunca me llevarás conmigo,
el amor esta en mí.
Flor de la mañana, gotas heladas
siento que tú no estás.