Muy
recientemente me llevé una gran sorpresa al asistir a La Gramola, Valencia, en
el barrio de Benimaclet, superdinamizado culturalmente (un lugar a añadir al
post que hice sobre “dónde escuchar jazz en Valencia”, en el siguiente ENLACE).
Sorpresa
porque están desarrollando un ciclo de jazz de alto nivel (os emplazo a las
próximas actuaciones, los tres próximos miércoles, 17, 24 y 31 de julio a las
22,30 horas, con entrada libre: “Semilla negra”, sentimiento cubano,
boleros y bossanova, Toni Belenguer y “Chamaleons”, acústico de
funky jazz). El lugar es muy agradable y te atienden de manera que al segundo
segundo :) te sientes casi como en casa. Sorpresa porque allí me encontré acompañando
a Ester Andújar a Ricardo Belda, un referente en la música moderna
valenciana.
Ester
Andújar merece comentario aparte. Esta simpática, madura y camaleónica cantante
(por lo polifacético de su repertorio interpretado con tanta calidad y
calidez), de voz profunda y expresiva, con graves sensuales y agudos a veces
rasgados, hiperdotada para el scat y la imitación de instrumentos, estaba
flanqueada por el contrabajista José Luis Porras, sutil y preciso, a la
par que muy musical en su labor (inolvidable e insuperable su “mano a mano” al
final, un dueto en el que se retroalimentaban uno de la otra y viceversa de sus
propias ideas musicales).
Para
mí, como pianista, la sorpresa fue volver a escuchar en conjunción con estos
dos grandes músicos (pues lo oí con muchísima atención, algo muy importante en
este tipo de música moderna, además de disfrutarla sensorialmente, entender qué
te aporta a nivel musical cada intérprete) al gran maestro Ricardo Belda (son
ya muchos años los que llevo siguiendo su trayectoria). Puedo afirmar que
Ricardo es un músico polifacético donde los haya y ejemplar en tanto que
evoluciona, mejora, atina su versatilidad ya de por sí sorprendente y la
enriquece concierto a concierto. Su esencia de músico del directo se
aquilata día a día. Escucharle evolucionar me hizo pensar en el buen
vino (siendo abstemio como soy:), sustancia que macera y mejora con el
paso de los años. Ricardo es un “gran cosecha” del pianismo moderno. Los
pianistas convencionales repiten fórmulas melódicas y/o armónicas manidas. Esto
no sucede con nuestro músico. Cada nuevo concierto está plagado de
imaginación, de un nuevo vocabulario (dentro de una “gramática” por
otro lado inevitable, como es la tonalidad y sus relaciones de tensión y
distensión). Aún así eludía las típicas combinaciones armónicas sorprendiendo
por lo avanzado de su lenguaje, a veces rozando lo bitonal, pero siempre dentro
de los límites de la percepción, de la psicología del oyente, y es que hay
que conocer como músicos hasta qué punto un oyente/ser humano ;) puede
reconocer, memorizar, crear expectativas, etc...). Ricardo te ofrece más
en cada nuevo concierto. Este plus, ese afán de sorprender, esa creatividad
sonora en acción, esa sinceridad en cada nueva propuesta es lo que
le apuntala como un pianista moderno de gran talla y factura, rozando cada vez más las excelencia y previendose ya unas
posibilidades impresionantes en su devenir. Hay que sumar que su dinámica cada
vez es más interesante.
He
querido subrayar en negrita las palabras que me parecen clave para que en los
próximos conciertos los pianistas las tengan como referencias. Improvisar es
precisamente eso, improvisar :) No puede haber (ni debería) dos conciertos
iguales, ni parecidos lejanamente. El disfrute está garantizado cuando la
música se siente y fluye, tanto por parte de los músicos (que se les veía
en sus rostros “pasarlo bomba” :) como
en el público, que se entregaba ante tal derroche de música variada y
tocada/cantada (pues los buenos pianistas “cantan” más que tocan).
Tanto
es así que me pareció precioso ver a una nena de entre 3 y 4 años prestar
atención de principio a fin en el concierto, bravo a sus padres por aficionarla
tan pequeña a esta música tan maravillosa y por educarla tan bien... Donde hay
música no puede haber nada malo, decía El Quijote, no sin razón, pues la
educación artística es la piedra angular de la educación emocional de los
países que estén en la avanzadilla. Hay que formar tanto nuevos intérpretes
como nuevo público, un tándem que se necesita mutuamente. Tan atenta estaba
esta infante, la “nueva hornada” de público tan necesaria para la música, que
creo que no pestañeó, pues estaba a menos de un metro de mi presencia y no tuve
conciencia de ella hasta que terminó la velada.
Una prueba más de lo interesante del concierto que reseño.
No
olvidéis el ejemplo de Ricardo Belda, pianistas! Aprovechad las palabras que ya
sabéis para combinarlas de mil maneras aún por descubrir, la música tiene ese
componente de lenguaje abstracto “infinito”. Recordad, no es tan importante el
cómo lo dices, que lo es, sino el qué dices. Ricardo cuando “habla” al
piano, es sabio. Muchos otros pianistas se expresan con pulcritud técnica, pero
su discurso está vacío y “no llega”. Es una de las grandes diferencias/ventajas
de la música actual.
También
fue un momento para mí especial acompañar a Ester Andújar. Sobre la marcha
surgió hacer dos temas cubanos pero en el último momento decidí intentar (a
partir de ahora creo que diré siempre intentar-lograr, pues cada nuevo intento
siempre es un logro nuevo en sí, una manera de ver esta palabra con un cariz
más positivo :) “nuevas versiones”, ya conocéis mi sentido de la creatividad;
en esta ocasión se me ocurrió probar cómo sonarían en versión bossa nova (viva
Brasil!:) y en tango argentino, decidiendo el tono en el mismo directo, (es
divertido modular en tiempo real, no hay que tenerle miedo a encadenar acordes,
ahí está la “gracia” de la música, puedes coger muchos trenes y con un poco de
práctica incluso puedes estar en el la estación antes de que llegue :). La
verdad es que me gustó mucho la experiencia. Me gusta hibridar. Me gusta
“encontrar” lo que está ahí al alcance de todos pero sólo algunos
intentan-logran :)
Ester
Andújar canta con el alma y dicen que los ojos son un reflejo de ésta. Pues los
ojos de Ester “comunicaban” al cantar. Ese mutuo mirarse continuo entre músicos
me parece elemental cuando se hace música de cámara. Lo mejor: que era
comunicación “no ensayada”, sino directa
y auténtica, fuerte, intensa, emoción concentrada... Una manera de
adentrarse en la mente del otro músico...
Después,
Ricardo me invitó a un concierto que también os traslado muy interesante, pues
actúa este mismo sábado en el Auditorio de Benimodo, también en horario de
tarde, junto con una Big Band de unos veinticinco músicos que ha creado y un artista invitado de talla
internacional.
Terminó
su concierto con un simpático:
sol
fa# sol la sol si (do)...
Dejo
abierta la última nota, no quiero que cadencie nunca su música... Ricardo, es
un placer escucharte, tienes mucho más que aportar y aquí tienes un
oyente-escuchante que te admira y te reconoce. Viva la música viva!