- Tengo la
suerte de que por el trabajo de mi marido, que es escultor en la
Sagrada Familia, estoy
viviendo en Barcelona, y por eso fui a entrevistar a todas las
personas que supieran algo de Albéniz. Como la mayoría de ellos
eran muy mayores, pensé que si no les escuchaba en aquel momento, no
podría hacerlo nunca más. Pensé que ese trabajo era mi misión.
Porque yo sentía con fuerte pasión la necesidad de tener el mayor
número de documentos posible para comprender la obra con más
profundidad. Desde entonces recibí muchos consejos de Alicia de
Larrocha y otros investigadores de su alrededor, por lo que quise ser
útil para todas las personas del mundo que estudiaban esta obra, y
con esa idea anoté y recopilé lo fundamental.
¿Qué aprendiste de la práctica de
esta magna obra?
- Descubrí la
exquisitez y grandeza, humana e imposible de reproducir con un molde,
y la profundidad de la música española, que tiene un punto
diferente de la otra música clásica como Beethoven
o Chopin,
y al mismo tiempo me obligó a explorar la capacidad expresiva.
¿Cuánto tiempo te llevó
aprenderla?
- Para
completar esta partitura tardé 10 años, por lo que ya hace más de
10 años y aún sigo estudiándola.
¿Cuál es tu momento favorito?
- Cuando comparto la emoción que
el compositor debió de sentir y a la cual aspiraba.
¿Crees necesario conocer
previamente otras obras de anteriores etapas del mismo compositor?
- Sí, evidentemente. Conocer las
obras de las etapas iniciales permite conocer el núcleo, los
elementos constitutivos de las obras posteriores.
¿Qué relación ves entre las
Goyescas de Granados, Iberia y las Cuatro Piezas Españolas
fallianas?
- Hay algunas
particularidades notables en cada uno de estos compositores, pero lo
que tienen en común es que respetan y valoran la música folclórica
particular de España y al mismo tiempo la subliman a un ente
universal, la desarrollan hasta un nivel tan alto que uno no se cansa
nunca de escucharla.
¿Cuál es el orden de dificultad
técnica de las piezas de Iberia a tu juicio?
- Yo creo que
en todas las piezas es difícil conseguir expresarlas tal y como
Albéniz deseaba. Primero, cuando ves la partitura piensas que es
imposible tocarlo con tan sólo dos manos, y cuando ya consigues
tocarla con cierta fluidez, te das cuenta de la dificultad de
interpretarla y expresarla plenamente. Pienso que es bastante difícil
expresar con el piano todos los tonos, los matices de luz, el
misterio del ritmo, muy estudiado, que Albéniz buscaba, etc.
¿Cómo fue el proceso de grabación?
- Mis
ideas fueron tomando forma hasta que tuvo lugar la grabación, pero a
medida que ésta avanzaba mis ideas se volvían más claras y
descubrí cosas nuevas, por lo que me sirvió para aprender mucho.
¿Varía tu manera de entender la
suite con el tiempo?
- En la edición de la partitura
dejé escrito lo fundamental. A partir de ahí, con el paso del
tiempo, esta suite va tomando parte en mi vida y se va convirtiendo
en “mi Iberia”.
Cuéntanos,
por favor, alguna anécdota que te venga a la memoria sobre alguna
interpretación en vivo de Iberia.
-
En 2006, cuando interpreté la suite Iberia íntegra en Camprodon y
recibí la medalla Albéniz, el nieto de Albéniz y fundador de la
Fundación Albéniz, Alfonso Alzamora, tenía ya más de noventa años
y por sus condiciones de salud delicadas no se supo si podría
asistir al concierto hasta momentos antes de empezar el acto. El
concierto comenzaba a las diez de la noche y terminaba pasadas las
doce, y además aquel verano fue frío en Camprodon, por lo que dijo
que quizá no podría asistir a pesar de hacerle mucha ilusión. Pero
hizo un trayecto de dos horas en taxi desde Barcelona y se presentó
poco antes de empezar la actuación, acompañandóle su nieto y
llevando una gabardina y un bastón. Al finalizar del concierto me
entregó personalmente la medalla. Ese fue su último concierto.
Algunas semanas después me llamó y me regaló una foto de Albéniz
enmarcada. Él pintaba por afición, y me contó que mientras pintaba
siempre escuchaba mi CD.