Esta, más que una reseña habitual de un libro, será una entrada de recuerdo de momentos entrañables. Sería allá por mediados de los noventa cuando leí en la biblioteca de Cádiz (en aquella época, no había libros digitales, la cultura era menos accesible, especialmente a los hijos de los obreros, para los que, como para mí, un libro era un objeto muy valioso y se cuidaba degustándolo hasta la última letra, forrándolo para que durase...) el libro con el título de este post. Me sorprendo al recordar que en aquella época ya había tomado la firme decisión de enfocarme en lo que iba a desarrollar mi carrera, aquello en lo que quería dar lo mejor de mí el resto de mi vida, la pedagogía de la música.
En fin, por entonces estudiaba la especialidad de Educación Musical en la Universidad y si me sobraba un rato después de las clases de Conservatorio antes de coger el autobús de vuelta a mi ciudad, entraba en la biblioteca y leía sobre música... Este accesible libro del director de orquesta y pedagogo musical Kurt Pahlen, de Alianza Editorial, de la colección generalista de "El Libro de Bolsillo", de 1979, con primera edición de 1984 (el ejemplar que he comprado recientemente de vuelta a Cádiz en una tienda de descatalogados es de la segunda edición, de 1988) tiene el subtítulo (también maravilloso) de " El alegre viaje de descubrimiento al mundo musical". Está escrito para cualquier tipo de lector.
Lo que entonces me atraía de él eran sus enfoques originales, didácticos, únicos, para introducir a un grupo de niños en el fascinante mundo de los sonidos, la historia de la musica, sus instrumentos, sus curiosidades...
Melodías como escaleras, el auto-descubrimiento de la historia de la escritura por parte de los niños guiados por un profesor pianista totalmente experimentado, la consonancia y la disonancia a juicio de los mismos niños (sorprendente cómo consideran "inarmónicos" según la terminología usada, la segunda y la séptima, pero también la cuarta, y sin acuerdo sobre la quinta! (página 76) Lo cual llama mucho la atención sobre la relación entre matemáticas en las ondas y percepción... Entramos en un terreno subjetivo, cultural!
Quizá por textos como éste me animé pocos años después a la hora de realizar el tercer curso de Practicum a realizar test a todas las clases de música de un colegio, con el objetivo de cuantificar en lo posible qué pueden "escuchar" (oír con atención) los niños a diferentes edades. Muchos ítems investigué, unos cincuenta, de todos los aspectos posibles (melodía, ritmo, timbre, intensidad, etc...) en muchas gradaciones diferentes.
Los resultados de esa prueba me ayudaron a conocer con más profundidad qué se puede enseñar realmente a cada edad y qué es mejor dejar para más adelante (si es que se desea que la mayoría de niños de una clase avancen y no sólo unos pocos)...
Años después vuelvo a leer esta joyita de la didáctica musical, contada como un diario, con niños reales, no es ficción, como nos descubre su autor en el epílogo. Y tenemos la suerte de que fuera escrito originariamente en nuestra lengua, siendo traducido posteriormente al alemán por el propio autor. Ahora lo leo con otros ojos, otros oídos, otra mente, otro corazón... Que veinte años no es nada, decía el tango... Y es mucho al mismo tiempo, me atrevo a añadir a la letra :)
Ahora un libro va pareciendo un objeto de culto, algo casi extraño a ciertos sectores de las nuevas generaciones. En un país como el nuestro en claro retroceso cultural (por ahora), un lugar en el que la música avanza como la letra de la canción Yenka, creo que era, "un pasito para adelante, un pasito para atrás" -en estas condiciones no se avanza, incluso se retrocede, porque el entorno sí avanza, superándote en caso de inacción- y muchas veces hasta dejaban corta la aludida letra: "dos pasitos para atrás", un sitio en el que te recortan la posibilidad de acceder al saber un diez (por decir un número redondo, en realidad parece ser mucho más) por ciento y luego te pretenden hacer creer que un incremento de un uno por ciento contado diez veces es maravilloso... en ese, mi país, reencontrarme con libros escritos con amor a la cultura como este me hacen soñar con "momentos mejores para la lírica", contradigo a posta y recalcitrantemente al adagio popular...
A recordar en esta precisa época que se avecina: menos diez más uno suman MENOS nueve (mírese en la faltriquera y convénzase del "desfavorable trueque":) aunque te repitan diez veces que te han devuelto uno... No perdamos la perspectiva :)
La música pertenece a otro mundo, es en sí un universo maravilloso, sublime incluso, y tengo la suerte de pertenecer a él, por eso quiero dar las gracias a todos los que me han ayudado a crecer musicalmente. Y a todos los libros únicos y especiales de música que me van conformando mes a mes. Y también a la misma MÚSICA, quiero personificarla, porque es un campo de conocimiento que equilibra a las personas. Gracias, Música, por estar a mi lado siempre. Si no existieras habría que inventarte con urgencia! :)