Es el título del extenso libro de David Byrne, músico del grupo Talking Heads, en la editorial www.reservoirbooks.com calificado por diferentes medios como fascinante, extraordinario, deslumbrante, brillante y original. Realmente lo es.
Es denso y muy agradable de leer, al mismo tiempo: a veces emplea incluso un tono coloquial, con expresiones "de la calle" y hasta malsonantes, aunque es un libro de un gran nivel intelectual. Muy interesantes las lecturas recomendadas, casi todas en inglés, e indica aquellas que hay traducción al castellano, ordenadas por capítulos así como la discografía (pág. 373).
Al principio propone que la lectura se haga en el orden que a uno le apetezca al ser capítulos independientes, temáticos. Propongo ésta, en función de lo que me ha parecido más interesante (de más a menos): 7,4,1,10,3,9,5,8,2,6.
Interesantes las ideas de David Byrne sobre la estrecha relación entre los lugares o edificios en los que suena la música y esta misma, como si a veces condicionaran la propia entidad musical. Compara por ejemplo, el entorno en que cantan los pájaros y cómo estos cantos son diferentes según dónde sucedan. Afirma que damos forma a nuestras emociones encajándolas a contextos concretos de manera creativa por instinto, interiorizada.
Cuestiona el mito del artista "inspirado", poseído o con algún tipo de "problema" (frente al estudio de Felix Post de 1994 que afirmaba que casi el 70% de los individuos creativos padecía trastornos mentales).
Hay muchas ideas interesantísimas. Intentaré citar algunas por lo curioso de las mismas. Se fija mucho en la importancia del elemento visual en la actuación, la indumentaria, el decorado, etc... El vibrato, del que opina que se abusa en la actualidad, lo compara a un desarrollo feo impuesto a la música por la tecnología de la grabación. O le parece que funciona el playback en la ópera por modelos (que realmente no cantan) en versiones filmadas. Explica cómo la radio y la competencia entre cadenas por captar más oyentes pudo influir en el tipo de "sonido" de los grupos, en una especie de "selección natural" (cada vez más fuerte y más concentrado). También se refiere a la escucha como un proceso "selectivo" (oímos lo que queremos oír, lo que nos puede interesar dentro de un todo, hacemos primer y segundo plano, o dejamos de prestar atención a los sonidos repetitivos o constantes o cita una especie de terror quizá genético al silencio por poder significar una amenaza cercana agazapada...
Sobre la música grabada la compara a una pastilla, tiene ingredientes "pero le falta algo" -comparado con un verdadero alimento-. Opina que nos conformamos con lo suficientemente bueno frente a lo mejor (engañar al cerebro ofreciéndole gran parte de la información sonora pero no toda en aras de la conveniencia de las empresas que la comercializan en sus distintos formatos). Es en la página 132, cuando David Byrne la titula, directamente, "eterno sonido de mierda" (sic!).
Las páginas 142 a 190 están repletas de datos interesantes y curiosidades, imposibles de reseñar aquí, sólo decir que reflexiona con mucha contundencia sobre la música y las relaciones con la tecnología y otros aspectos que la rodea, y con mucha lucidez.
El capítulo estrella, a mi modo de ver, el que más relación podría tener con el título del libro es el séptimo en el que explica con detalle "cómo funciona -el negocio de- la música" haciendo alusión al título, desglosando los tipos de contratos, las implicaciones para los músicos, etc... desde los que dejan menos a más margen creativo, con sus implicaciones de quién hace qué, cuánto podría obtener el músico dinerariamente hablando (a veces en cifra, a veces en tanto por ciento), quién lleva el marketing, cuánto invertir en la grabación, desde cientos de miles de euros a prácticamente nada, (casera con calidad máxima)... Desde el llamado 360 grados al "hazlo tú mismo" (todo lo posible)... Para degustar!
También me pareció muy bien traído el capítulo final, "Harmonia Mundi" (que no hace referencia en el título al sello discográfico" sino a cuestiones estéticas de la música: de dónde procede, qué importancia tiene para nosotros, con el curioso encaje o acoplamiento entre la cúpula del Panteón romano y las teorías heliocéntricas de Aristarco/Copérnico, que pone en relación con la armonía, con las proporciones de los armónicos musicales. A lo que quiero añadir que, como refiere que Neptuno no "encaja" (pág. 334), quizá, en mi modesta opinión, pueda acoplarse si tenemos en cuenta que los propios armónicos, en tanto sonidos que también son, producen sus propios armónicos ("armónicos de armónicos":)
En suma, un libro para reflexionar, aprender y gozar al mismo tiempo!