Su voz,
música angelical,
llegaba a sus oídos,
el tacto al acariciarlo
de marfil inmaculado.
Frío y calor recorría su cuerpo,
escalofríos de dentro,
como una ráfaga
hacia estremecer su alma.
Solo con sentirlo
tranquilidad y paz encontraba,
solo con tocarlo
su espíritu inquieto calmaba.
Cuando lo veía,
hacía iluminar su mirada,
no tenia ningún nombre,
era solo su piano.