La creatividad tiene que ser entendida en dos
sentidos: el de la inspiración creativa; y el de la disciplina pura y
simple, que resulta de la experiencia y del saber práctico.
Tomemos por el ejemplo el jazz: El jazz no es una anarquía musical. No es verdad que los músicos tocan lo que quieren. Tienen que comprender la gramática del jazz, tienen que saber tocar los instrumentos con maestría, tienen que conocer la tradición y la obra de los virtuosos. Sólo entonces estarán preparados para desarrollar su intensidad creativa.
Improvisar sobre lo conocido: Cuando los músicos de jazz actúan hay siempre un equilibrio entre lo que descubren en el momento y la disciplina que adquirieron a lo largo de la carrera. Es en ese equilibrio entre inspiración y disciplina donde radica el punto de partida desde el que se abren nuevos caminos.
Tomemos por el ejemplo el jazz: El jazz no es una anarquía musical. No es verdad que los músicos tocan lo que quieren. Tienen que comprender la gramática del jazz, tienen que saber tocar los instrumentos con maestría, tienen que conocer la tradición y la obra de los virtuosos. Sólo entonces estarán preparados para desarrollar su intensidad creativa.
Improvisar sobre lo conocido: Cuando los músicos de jazz actúan hay siempre un equilibrio entre lo que descubren en el momento y la disciplina que adquirieron a lo largo de la carrera. Es en ese equilibrio entre inspiración y disciplina donde radica el punto de partida desde el que se abren nuevos caminos.
Traslademos esa reflexión a cualquier aspecto de nuestra vida.
Avanzamos cuando aprendemos lo que somos a fuerza de enfrentarnos con lo que nos pasa.
Y solo el conocimiento propio puede abrir en nosotros el crisol de la inspiración.
Por contra nos quedamos bloqueados cuando luchamos contra nosotros mismos. Y no obramos en relación a nuestros sentimientos.
Nos cuesta reconocer la incapacidad, el error, la insatisfacción como parte de nuestro paso por la vida. Y entonces al no aceptar las cosas tal y como son nuestra improvisación se convierte en algo pobre.
(Dedicado a mi amigo Jesús Gallardo, músico de jazz)