Director del Proyecto Davidsbuendler, programa de apoyo a jóvenes
músicos de alto nivel para el impulso artístico y profesional a través
de la organización de conciertos e integración en temporadas culturales
de ámbito nacional e internacional. Esta estructura fomenta además la
formación a través de la organización de distintos programas dentro de
España donde los jóvenes que participan en dichos conciertos reciben
asesoramiento asiduo completamente financiado por parte de la
organización de maestros y concertistas de reconocido prestigio mundial.
Centrado actualmente de forma exclusiva en el desarrollo de este
proyecto, cuenta a pesar de su juventud con experiencia concertística
internacional, habiendo realizado recitales, conciertos como integrante
de agrupaciones de música de cámara y como solista con orquestas en
España, Francia, Inglaterra, Austria, Italia, Alemania, Noruega, Polonia
y la República Checa. Ganador de 24 premios en concursos de
interpretación ha sido alumno de grandes concertistas como Alicia de
Larrocha o Aldo Ciccolini. Formación superior en París y
perfeccionamiento en el Mozarteum de Salzburgo.
¿Cuál es la primera experiencia que recuerda de la música y / o el piano?
Las primeras experiencias musicales fueron quizás cuando tenía
alrededor de 4 años, cuando mis padres compraron una cadena de música.
Con ella venía de regalo una colección de discos de distintos
compositores. Por el hecho de andar manoseando todo y ser el juguete
nuevo acabé aprendiendo a utilizarla sólo y como consecuencia de eso me
pasaba horas sentado delante de ella escuchándolos comparando qué
compositor me gustaba más.
El piano fue a los 9 años: un
profesor nos ponía música de piano de fondo para hacer ejercicios de
matemáticas y mi mejor amigo, que se sentaba a mi lado, me contaba que
él tocaba esas obras, por lo que después de comprobar un día en su casa
que esto era cierto, le pedí a mis padres por favor que me apuntasen al
conservatorio al año siguiente.
¿Qué personalidad musical cree que más influyó en su carrera?
Sin duda Aldo Ciccolini. Una persona de una gran profundidad,
amabilidad, generosidad, sencillez, nobleza y además un gran amigo.
Sufrí una gran trasformación (incluyendo la decisión de comenzar y
dedicarme de pleno en el Proyecto Davidsbuendler, que tanta ilusión está
generando entre jóvenes músicos de alto nivel y que además tan feliz me
hace) gracias a ver de cerca su enfoque hacia la música en el que no
cabe la vanidad y en el que el desarrollo humano es el fruto del
desarrollo artístico, siendo este el único objetivo imaginable en
contraste con el deseo del triunfo o de otro tipo de vanidad que
lamentablemente encontramos a menudo en el arte.
También por
supuesto fue altamente inspirador el trabajo con Alicia de Larrocha,
también grandísima pianista y persona, al igual que con mi maestra del
Mozarteum, Cordelia Höfer, o por supuesto los primeros maestros Javier
Murillo, Miguel Otero o Jesús Pedro Castro, que me contagiaron este
maravilloso veneno de una profunda pasión por la música.
¿Cuál era el estilo o compositor que más le gustaba cuando estudiaba de joven?
Como estudiante disfrutaba especialmente tocando música española o
música romántica generalmente muy apasionada. Eso me llevó a disfrutar
mucho de tocar el piano y tocar con muchísima energía, pero muy a menudo
también con muy poca cabeza...
¿En qué repertorio se siente más cómodo ahora?
Suelo pasar por rachas, pero ahora mismo me interesa casi únicamente la
música en la que aprecio que tanto las notas como la estructura tienen
un contenido muy profundo y que no son sólo melodías bonitas, efectos o
procesos estrictamente lógicos. Aún así esto puede cambiar muy rápido y
quizás dentro de dos meses estoy sólo tocando estudios de Godowski,
¡quién sabe!
Díganos por favor, alguna experiencia o anécdota que le venga a la memoria sobre el piano (en un curso o un concierto …)
Tengo muchas, pero una de mis favoritas fue una vez que fui a tocar a Alemania desde París.
Me desperté con tiempo antes de coger el tren y tenía una barba
considerable que me quería quitar por completo. Por aquel entonces
utilizaba una máquina de afeitar muy vieja que no funcionaba nada más
que si la batería estaba ya por lo menos algo cargada y no mientras se
estaba cargando. Mientras me estaba afeitando se quedó sin batería y me
vi con un lado de la cara con una barba enorme y la otra completamente
afeitada. Como tenía tiempo la puse a cargar y me tumbé a esperar
escuchando música (recuerdo que era una sinfonía de Brahms porque así no
me dormiría a pesar de haber madrugado). Me acabé (cómo no) durmiendo y
encima me desperté justo para llegar con suerte a la estación. Me
terminé de afeitar como pude y una vez dentro del tren me senté a
respirar tranquilo cuando me di cuenta de que no me había llevado la
maleta... El concierto era esa misma tarde y no me daba tiempo de ir a
comprar ropa, osea que un organizador, un alemán enorme, me prestó ropa
negra, a mí, español delgado de estatura media-baja.
Me vi
tocando con la camisa arremangada y unos zapatos que me quedaban como 5
números más grande que los míos con alrededor de 6 pares de calcetines.
En ese viaje me pasaron además más cosas raras que alargarían incluso
más la anécdota, pero por lo menos el concierto no fue mal y estuve con
unos buenos amigos.
¿Cómo ve el estado actual de la educación musical?, ¿cómo ve la situación de la pedagogía de la música ahora?
Hay tres aspectos principales que me preocupan especialmente de la
educación musical. Aún así he de clarificar que se trata del punto de
vista de la pedagogía musical enfocada a la interpretación y sobre todo
con voluntad de desarrollarse profesionalmente como concertista.
El primero es la estandarización de la enseñanza oficial (e incluso en
muchos casos la no oficial), en la que todos tienen que cumplir un plan
de estudios que no desarrolla el máximo de las motivaciones en cada
momento del estudiante o joven artista. Se merman muchas vías de
crecimiento por el hecho de no enseñarles a conocerse a si mismos y
trabajar a raiz de las necesidades artísticas. Aldo Ciccolini siempre
dice: “el verdadero maestro no es el que consigue que sus alumnos se
parezcan a él, sino el que les ayude a parecerse únicamente a si
mismos”.
El segundo es el muy presente carácter competitivo. Es
decir, el hecho de sentir que “se tiene que ser mejor que los demás”
(parece absurdo utilizar estos términos en el arte). Esto nos hace
olvidar que la tarea es buscar en nosotros mismos y en el mensaje del
compositor y no hace nada más que contaminar y frenar nuestro
desarrollo, además de provocar vanidad o la falta de consciencia y
aceptación de uno mismo.
El tercero es que veo que los
conservatorios ofrecen herramientas musicales e instrumentales pero que
casi nunca forman a artistas capaces de rendir al máximo de sus
posibilidades a través de una actividad concertística asidua. Muchos
alumnos de mucho nivel quizás no dan más de un concierto cada semestre y
esto demuestra una gran ineficacia en el planteamiento de este sistema
formativo.
¿Cuáles son sus pianistas favoritos?
Sé que se me van a olvidar nombres imperdonables y quiero completamente
evitar hablar de amigos, los maestros que vienen a Davidsbuendler o mis
propios maestros, porque aunque me parezcan lo mejor que pueda haber y a
mucha más gente también, pienso que no soy suficientemente imparcial.
Por eso actuales quizás destacaría a Radu Lupu, Grigory Sokolov, Arcadi
Volodos, Yefim Bronfman, Krystian Zimerman, Martha Argerich, Mitsuko
Uchida, Maria Joao Pires, Nelson Freire, y en realidad un muy largo
etcétera. La lista de los pianistas antiguos sería interminable, pero
quedémosnos con Rubinstein por el modelo de vida y artista que supone,
Horowitz por su increíble fraseo y Samson François porque creo que está
mucho menos considerado de lo que merece.
¿Cree que son útiles para un pianista las habilidades de improvisación? ¿Por qué? ¿Qué crees que aporta la creatividad a el pianista?
Por
supuesto. Se sabe que la base de la educación musical de compositores
como Bach o Mozart eran los modelos de improvisación de patrones
(partimenti). Pasando por todo el siglo XIX para llegar a Rachmaninoff
se evolucionó para mantener la tradición de una necesidad creativa a
favor del desarrollo interpretativo. Hemos perdido la esencia de la
comprensión de la creación musical como prioridad en la enseñanza y esto
nos sitúa muy lejos del proceso que desarrollaron los grandes
compositores.
¿Qué proyectos musicales tienes en mente?
Estamos a punto de presentar 3 programas de encuentros con grandes
músicos, además presentaremos distintos ciclos de conciertos de altísimo
nivel para jóvenes y otros además con la participación de los maestros
encargados del lado formativo del proyecto.
Dos de estos
proyectos se enfocan en el piano, uno para jóvenes con altas capacidades
en proceso de formación y otro para jóvenes concertistas. El tercero
estará destinado a grupos de cámara de cualquier instrumento.
Hay muchos más proyectos, algunos con un enfoque muy humanista en
colaboración con países en vías de desarrollo, pero sobre todo, cada uno
de ellos pretenderá fomentar la colaboración y el crecimiento común
entre los artistas.
¿Qué consejos o recomendaciones le daría a aquellos
que están comenzando a estudiar este instrumento?
Mantener el entusiasmo y no olvidar la gran suerte de poder hacer algo
maravilloso que nos va a enseñar a ver lo especial y bonita que es la
vida, además siendo algo que nos puede hacer evolucionar hasta el último
de nuestros días y por lo tanto nos permite nunca perder el objetivo de
llegar más lejos, lo cual nos va a dar un necesario rigor que además
nos va a enseñar a tener determinación en todo lo que nos rodea.
Correo: aso.dvbl@gmail.com