Por
si no leíste el post, podríamos decir que tocar un instrumento
musical debe considerarse una de las actividades más exigentes que
el ser humano pueda realizar, tanto a nivel muscular como
neurológico. La práctica continuada, durante años, hace que lo
imposible llegue a ser factible; que los procesos neuromusculares
requeridos se vayan refinando, se seleccionen las redes neuronales
adecuadas, se inhiban las no deseadas y las conexiones entre unos
elementos y otros sean muy eficientes. Pero esa máxima eficiencia no
está disponible a todas horas ni, mucho menos, de inmediato. Se
requiere un proceso de activación. Podemos dejar este proceso al
azar o podemos intentar hacerlo más eficiente. Aquí es donde nos
puede ayudar el calentamiento.
Cómo
se puede suponer, el concepto de calentamiento del músico está
lejos del de un futbolista o un saltador de pértiga. Pero sólo es
distinto en la forma, no en el concepto. No necesitamos generar una
potencia muscular explosiva que nos permita saltar cinco metros de
altura. Pero sí necesitamos llegar a poder realizar cientos de
contracciones musculares por minuto con la máxima precisión
posible.
Los
objetivos que perseguiremos con el calentamiento serán tres: (1)
conectar adecuadamente cuerpo y mente, (2) relajar las áreas tensas
y (3) activar las zonas a las que vamos a exigir más rendimiento.
Vamos a ello, por partes.
1-
Existen múltiples estrategias para mejorar nuestra consciencia
corporal y la conexión entre cuerpo y mente. Cada músico deberá
encontrar la que mejor resultado le dé y la que mejor encaje con su
forma de ser. Aquellos músicos familiarizados con el yoga o técnicas
de consciencia corporal seguro que disponen ya de recursos propios
para este proceso. Para los que no los tengan vamos a dar una idea,
muy sencilla pero tremendamente eficaz. Te sugerimos unos minutos de
respiración profunda y lenta (si lo hacemos de forma rápida nos
será más difícil concentrarnos en el proceso y, además, nos
podemos marear). Suele ser útil, en cada respiración, intentar
centrar la atención en aquellas estructuras de nuestro cuerpo que
están actuando, principalmente el abdomen y la parte inferior de las
costillas. Percibir cómo actúan conecta nuestra mente con el cuerpo
y, además, nos ayuda a mantener la mente relajada, sólo pendiente
de la respiración. Poco a poco vamos cambiando la atención hacia
otras partes del cuerpo, sin dejar de respirar lenta y profundamente.
Vamos a percibir cómo nuestros pies están apoyados en el suelo,
sentir cómo está el equilibrio de nuestro cuerpo (y si hace falta
lo vamos a modificar), las zonas del cuerpo que pueden estar tensas y
a las que vamos a dar órdenes de relajación… Este proceso puede
durar unos pocos minutos o prolongarse por más tiempo en función
del rendimiento que podamos sacar de él.
2-
Para entonar nuestros músculos, podemos realizar movimientos suaves
y estiramientos de las zonas que suelen hacer un trabajo estático
(tensión muscular sin apenas movimiento). Así, por ejemplo, podemos
mover lentamente los hombros (arriba y abajo, adelante y atrás,
rotaciones… sólo con los hombros, sin mover los brazos), inclinar
el cuello a ambos lados o realizar torsión del tronco (girar el
cuerpo y el cuello hacia un lado y el otro, como si quisiéramos
mirar hacia atrás sin mover la silla). Podemos también realizar
alguno de los estiramientos que se muestran en el folleto “Consejos
básicos para evitar lesiones en los músicos” (www.institutart.com
en el apartado divulgación/material divulgativo)
(continúa en el siguiente ENLACE-PULSA AQUI)