¿Se pierde público filarmónico por culpa de los músicos?, III, por Agustín Barahona, autor invitado, III y final


Otro elemento en este capítulo que debería tenerse siempre presente es que la música clásica o culta no puede estar jamás al mismo nivel cultural que la música que no tiene sus mismos fines. A este respecto, debe recordarse que una de las características de la música clásica o culta que muchas personas olvidan es que es música para ser disfrutada ***en sí misma***, sin nada que pueda distraerla, pues se basta a sí misma --la música clásica escénica está concebida de otro modo, para poder integrarse en un contexto determinado en el que tiene un tipo de protagonismo especial (no me refiero a la música de ambiente o de fondo sino a la que es un personaje ineludible que da sentido a la obra de arte); pero dicho protagonismo es testigo precisamente de esa independencia de la música sobre la imagen, pues es normal hacer suites de música para la escena de modo que se escuche prescindiendo de las imágenes e historia que cuenta la escena pero no «suites de escena» sin música de la que pueda prescindir--. Por lo tanto, todo aquello que pudiera llevarla fuera de sus fines a una situación de complementación forzada con elementos audiovisuales para los que no hubiera estado concebida tendería a desvirtuarla alejándola de su verdadera función. 

Resumiendo: ¿qué es lo que podría haber cambiado en esos presuntos pocos años para que ese presunto 20% de público filarmónico hubiera dejado presuntamente de ir a los conciertos y presuntamente de comprar grabaciones de música clásica? Suponiendo que esto fuera así y con las reservas ya mencionadas, desde mi punto de vista, y simplificando al extremo, es fácil de comprender: desde hace ya mucho tiempo --pero especialmente en el último cuarto de siglo-- a través de la educación general y de los medios de masas, los mercados financieros que realmente rigen los destinos del mundo han reducido consciente y notablemente el nivel de cultura intelectual de la gente porque han visto que en los momentos presentes --repletos de un fomento constante de la desconcentración y dispersión en todo medio, entre muchos otros problemas-- esto es fácilmente posible y les beneficia a nivel de control de poder. Para ellos es más lucrativo un mercado de masas multitudinario en el que invertir sin tener que hacer mucho esfuerzo por generar clientes que un mercado relativamente reducido pero ya establecido y difícil de cambiar como lo son las cosas que están más próximas a la perfección de sus medios en relación a sus objetivos, mercado que habría que trabajar culturalmente para que fuera rentable, cosa que va en dirección opuesta a los intereses de dichos rectores financieros.
Todo esto sin contar con que otro de los factores principales en un fenómeno así estaría en no haber cambiado no los rituales propios de la eficacia del acto musical en la música culta sino ***el modelo de mercado que permita vivir de la calidad y la excelencia a aquellos que la alcanzan en nuestro medio***. Si persistimos en intentar vender CD y DVD que no estén al alcance del bolsillo del gran público será virtualmente imposible --nunca mejor dicho-- poder evitar la piratería. Ésta no tiene sentido cuando lo que puede conseguir ya no justifica el riesgo y trabajo de sus medios porque el producto legal es más barato y seguro que el adulterado o ilegal. Creo que éste sí que sería un punto fácilmente probable que considerar en un fenómeno de descenso del «consumo» de la música clásica en nuestros días.

Para terminar, otra cosa que deberíamos plantearnos en este debate --y en tantos otros-- es si lo que debe hacerse para pervivir profesionalmente es dar al público todo aquello carente de calidad pero bajo y zafio como para excitar las, por así llamarlas, «bajas pasiones» --eso todo el mundo puede ver que da dinero fácil y rápido-- o por el contrario ofrecerle ***cosas que, en otro sentido, también pueda entender y apreciar de inmediato, pero completamente alejadas de ese mundo bajo y zafio en dirección a las altas cotas de lo mejor del Ser Humano***, aunque eso nos conlleve mucho más esfuerzo en una educación que haga comprender a la mayoría de las personas que ***es en la alta cultura, en lo artísticamente elevado, donde están las cumbres de la civilización y el verdadero futuro de la Humanidad***.

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Profesor pianista experto en improvisación multi-estilos (modernos, clásicos y populares) y música española. Musicógrafo. Distinguido en Global Music Awards (EEUU). 1er Premio Concurso Piano Maestro Serrano (Palau de la Música, Valencia). Especializado en Falla. Estrena Improvisaciones Albéniz y Granados (Boileau). Revistas: Música y Educación, Allegro, Ad Libitum, Polifonía, ArtsEduca. Coautor: 29 Maneras concebir silencio (Univ. Jaume I), Canto Natural (Bromera). Coord: Los poetas ante la música (Bubok). Autor: Piano Creativo -2 volúmenes- (Rivera), Piano Español (Lulú), Homenaje a Tomás Bretón (Boileau), Aprende a Improvisar al Piano (Redbook)

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