Tocar esta obra en directo es un verdadero tour de force para cualquier pianista. En anterior ocasión, José Diego Ramos Gragera, siendo alumno del pianista Antonio Soria, presente en la audición, con quien departí de temas interesantísimos, pues Antonio es de ese tipo de músicos cultivados que poseen una gran base intelectual, además de una formación musical global; conversamos, pues, sobre el uso de la rítmica al estilo francés en determinada obra, o del particular carácter afectivo de tal tonalidad, la llamada "Teoría de los afectos" (que glosaré en otro post más adelante), o de la diferencia en la época entre una obra en re sostenido o en mi bemol (como sucede en el preludio y fuga número 8 del primer cuaderno) ya que el sistema de temperamento preconizado a la sazón por Bach era el de Werkmeister y aún existían leves diferencias respecto al temperamento igual actualmente internacionalizado...
Incluso se ha estudiado cómo aquellas fugas con menos voces, tempi más rápidos y menor incidencia de acordes disonantes están en aquellos tonos más alejados de do, en aras de "disimular" el que no existía aún el temperamento igual como lo escuchamos actualmente (por supuesto que sí existía a nivel de concepción teórica, incluso desde mucho antes, como el caso de Bartolomé Ramos de Pareja, o aquella obra pantonal -en el sentido de modular de ida y vuelta por todo el ciclo de quintas- que coincidiera más o menos con la primera vuelta al mundo-, o aquellas colecciones pantonales de preludios, pues no fue un precursor Bach en dar "la vuelta al mundo musical", se le adelantaron Fischer y Pachelbel).
Como contaba, anteriormente escuchamos al piano a José Diego Ramos Gragera, interpretar el primer volumen de esta magna colección de preludios y fugas en todos los tonos. José me honra con su amistad y guardo gratos recuerdos de haber sido profesor suyo en la etapa de enseñanzas profesionales de piano. Ha hecho el ingente trabajo de ofrecernos la integralmente en dos conciertos. Son 12 preludios y fugas mayores y 12 menores, por dos cuadernos, por dos partes (preludio y fuga), en total hacen 96 piezas. Un trabajo colosal que pocos pianistas emprenden. En esta ocasión nos ha brindado el segundo volumen completo. Y al clave! Pues ha hecho ambas carreras.
Muy distinto es, por tanto, el enfoque de un intérprete que conoce a fondo los dos instrumentos de aquel que no dispone de los rudimentos emanados de y sobre la propia práctica de los dos instrumentos.
En la Iglesia de S. Vicente Ferrer, anexa al Conservatorio, a las 11,30 y en un instrumento VON NAGEL (París) perfectamente afinado para la ocasión por el maestro Ignasi Jordá, al cual quiero felicitar asimismo por su labor formativa y el trabajo de búsqueda de la sonoridad más bella posible del clavecín mediante la correcta colocación de los fieltros del mecanismo que den la sonoridad más legato, con un poco de mayor resonancia residual, facilitando la expresividad del instrumento (ya que dinámicamente es muy particular, al sólo poder escucharse variaciones del tipo llamado "en terraza", en bloques dinámicos, por la propia particularidad de su mecanismo, limitación que habría de producir que se desembocase ulteriormente en el pianoforte, que podía producir dinámicas "en pendiente", crescendos, diminuendos, acentos, pianos y fortes de diferentes gradaciones...).
Una manera de dar variedad a la obra es la elección de diferentes "registros" de manera que hay obras cuyo carácter las aboca a ser tocadas con un característico sonido "ocho pies" (una cuerda), otras con varias cuerdas (pues este clave en particular era de los llamados "de dos manuales" o doble teclado, el inferior para usar una, dos o tres cuerdas y el superior para una sola, teniendo asimismo una sonoridad ligeramente diferente, más "nasal", me gusta llamarle, por el diferente punto de acción del mecanismo sobre las cuerdas), así como el uso del timbre "de laúd". Es de elogiar la acertada elección de Ignasi Jordá (en la siguiente imagen) de la tímbrica, lo cual confirió al concierto de una autenticidad maravillosa.
José Diego Ramos Gragera proviene de una familia muy musical: su padre es músico que desde pequeño le inculcó una buena base musical, estimulando el uso de las obras de Bach en su educación, cosa que recomiendo ahora que llega el verano, que todo el mundo estudie o lea, aunque sea a vista, todo el material de este compositor que tenga en su haber, comenzando por las invenciones a 2 voces, siguiendo por las invenciones a 3 o sinfonías, preludios, etc... una manera estupenda de desarrollar al máximo el pensamiento polifónico contrapuntístico, de tener una mente que lea no sólo en zig-zag las texturas de melodías acompañadas típicas desde el clasicismo, sino que pueda seguir horizontalmente el devenir de las partituras antiguas con facilidad, no existe un material mejor para formarse... Piénsese que fue el material de estudio de Mozart, Beethoven, Chopin, Liszt... Ellos se educaron musicalmente (entre otros libros) con el CBT.
Su hermana, María Ramos Gragera es también, como él, triplemente instrumentista, excelente pianista, clavecinista y flautista...
Sobre el título de la obra opino que es una traducción del alemán que no es muy satisfactoria, teniendo en cuenta que realmente la palabra klavier tiene la connotación más de "teclado" que de "clave" y que probablemente, como comentábamos en un anterior post sobre Charles Rosen, Bach interpretaría las obras en todos los instrumentos de tecla a su disposición, a saber, clavicembalo, clavicordio, órgano y hasta pianoforte (el primitivo de Silbermann). Supongo que en la mente de Bach resonaría una intención similar a "el teclado mejor temperado que lo que se viene haciendo hasta ahora" :)
De la manera de interpretar de José Diego Ramos Gragera decir que aúna rigor y seriedad con emoción, consigue reunir el máximo respeto y fidelidad textual con una manera de interpretar muy expresiva y contenida al mismo tiempo, destacando su manera de arpegiar los finales, tranquilamente, su ornamentación, estilísticamente muy idiomática, sus leves inflexiones de agógica siempre justificadas con el valor de comunicar sentimientos (rubato de tipo estructural que ya existía anteriormente a la época que nos ocupa, estando así documentado), su sentido de los tempi, muy a la barroca en general, no demasiado rápidos los rápidos ni demasiado lentos los lentos, su relajación y naturalidad en el uso de los géneros de toque, su sobria ornamentación, nada profusa, muy en línea con el carácter profundo de la obra, en suma, la soltura y aplomo técnicos de sus dedos que pone al servicio de la musicalidad, que fluye en estado puro.
De la obra decir que la interpretó repartiendo entre las dos partes los preludios y fugas con linde en fa#m (incluida en la primera parte), de modo que tocó siete en la primera y cinco en la segunda (y no seis y seis, que a priori podría parecer una distribución más lógica), realmente, teniendo en cuenta la psicología humana es mejor para el público que la segunda parte sea ligeramente más breve que la primera. Comentar que el segundo cuaderno del CBT es, por posterior, más denso que el primero, siendo especialmente reseñables por su particularidad la número 5 en re Mayor, con esa forma de escritura que se anticipa a su tiempo, esa especie de premonición del clasicismo, con su tema en arpegios (compárese con la última sonata, de mismo tono y modo, de Mozart) y doble motivo, cual diálogo entre orquesta de cuerdas y grupo de oboes (concertante cual ripieno o tutti versus el solo subsiguiente, el preludio en fa m, número 12, con una textura que, según algunos expertos, es propiamente pianística, siendo la primera obra de gran valor musical (sin especificarlo en la partitura, algo muy típico en las obras barrocas, el no haber desarrollado la conciencia tímbrica a la hora de consignarse) si exceptuamos los "experimentos" de Ludovico Giustini, la fuga en la menor, número 20, también digna de ser comentada por su tema en cruz (es decir, movimiento descendente, ascendente, descendente, como si pudiésemos dibujar dos rayas sobre las cuatro notas iniciales), típicamente simbólico en Bach. Obsérvese también la proporción de 15 fugas a 3 voces y 9 a 4 voces, frente al primer libro, con 1 a 2, 11 fugas a 3, 10 a 4 y 2 a 5, lo cual le confiere al libro una mayor regularidad en las sonoridades.
Es un auténtico lujo poder asistir a conciertos gratuitos como éste, que no por ser de entrada libre tienen menos valor. Pocos pianistas afrontan el CBT de Bach en concierto y pocos menos tan bien. Una integral de tal enjundia que no está al alcance de la mayoría de músicos, por eso se puede escuchar tan pocas veces en directo, hecho que debería servir a la audiencia para concienciarse de las miles de horas de trabajo que hay previas a esa audición y del hecho que, porque en España últimamente haya más conciertos de nivel, ello no quiere decir que merezcan menor atención. Hace veinte años, en este país era muy difícil poder disfrutar de la oferta musical que tenemos hoy en día y quizá, por el hecho de que ahora esté más "de moda" la interpretación con instrumentos de época, no por ello hay que apreciar menos lo que se ofrece.
Estoy muy orgulloso del trabajo que has realizado. Te has esforzado José Diego y no dudes que el tiempo sabrá recompensarte, como consecuencia segura a tu espíritu de superación!